V - Encuentro personajes



Era un día caluroso de verano cuando Framuel se dirigía a su librería acostumbrada, ésa que en el segundo nivel reunía a los aficionados a la lectura, y en la otra sala tenía una cafetería en donde servían comida que de vez en cuando estaba muy buena.  A Framuel le gustaba ir y de vez en cuando participar en los clubes de lectura para comentar algún libro o simplemente le gustaba ir para escuchar a “la gente corriente” hablar.

Ese día casi no se decide a salir de casa, pero como se considera un hombre de hábitos (buenos hábitos) decidió superar su pereza y se presentó. El lugar estaba igual de cómo lo recordaba la semana pasada,  aunque  tenía la sensación de que había algo diferente, y que él tenía que encontrar… Observó entonces con una mirada cautelosa todo el local, sólo notó que la pizarra de anuncios estaba más llena que de costumbre, no sabe en qué momento las actividades culturales se volvieron prioridad en donde vive. Secretamente sonrió.

Se dirigió hacia los carteles y decidió verificar si alguna actividad resultaría interesante para él y  fue cuando encontró en un afiche una réplica de una pintura que le llamó su atención y que anunciaba una exposición de la escuela de Artes sobre la pintura barroca; se extrañó, porque hacía mucho que esa pintura no se veía protagonista, entonces dio un paso hacia atrás para tratar de apreciar la réplica del cuadro que exponían en el tablero, quería poder recordarla, pero su memoria le falló, por un momento se horrorizó no saber el nombre de aquella pintura… entonces fue cuando escuchó: -Las Meninas, sin duda una obra maestra de Velázquez.

Framuel se dio la vuelta y vio que quien hablaba era un señor mayor, que seguro sobrepasaba los 70 años.
-Creo que será una gran exposición, hoy en día los chicos no se preocupan por pintar la vida real, se pierden en conceptualizaciones y olvidan la realidad en que vivimos.
- O simplemente se volvieron locos – replicó Samuel, en complicidad
- O mejor, nos hemos vuelto locos nosotros, que no entendemos tanta abstracción.
Framuel sonrió, y reconoció en los ojos de José una sabiduría madura y tranquila,  y sintió deseos de provocar ese tipo de reconocimiento en las personas cuando él se volviera viejo. Pensó fugazmente en su padre, y en lo diferente que era de José.